Las columnas de Hércules

El concepto de las "Columnas de Hércules" es un mito sobre dos grandes columnas que se ubicaban una a cada lado del estrecho de Gibraltar y que señalaban el límite del mundo conocido en la antigüedad.
Era la última frontera para los antiguos navegantes que conocían bien el mar Mediterráneo, pero dadas las considerables distancias, sus conocimientos sobre lo que se extendía en el océano Atlántico era limitado, dando lugar así a leyendas y temores.
Mas allá se encontraban el caos y las tinieblas y la idea de las columnas pretendía ser el fin del mar, la idea de que a partir de allí ya no era transitable. 

 
La mitología griega cuenta que en su décimo trabajo, Heracles (Hércules) tenía que conseguir los rebaños de Gerion, ser fabuloso que moraba en el lejano occidente y para navegar hasta las isla de Eirtea, tierra de los geriones, Heracles separó las dos rocas que separaban África de Europa, de esta forma surgen los dos promontorios, el de Kalpe y el de Abila, en Europa y en África respectivamente que son las columnas que llevan su nombre.


Existe una total unanimidad entre los historiadores y los geógrafos sobre que la "columna" llamada Kalpe coincide con el elevado promontorio de Gibraltar, de 424 metros, pero no ocurre lo mismo con la "columna" llamada Abila. 
Se le atribuyen a esta última dos localizaciones , una de ellas coincidiría con la elevada montaña actualmente denominada Yebel Musa, de 840 metros, muy cercana y dominante sobre el litoral meridional del estrecho en su tramo más angosto y la otra situación identifica al monte Abila con la elevación llamada El Hacho, de 180 metros en la península Almina sobre la que se asienta Ceuta.



Parece que el nombre original fue acuñado por los fenicios, que las llamaron las Columnas de Melkart, divinidad de su ciudad de Tiro. 
Desde la ciudad de Tiro se envió una expedición, a finales del segundo milenio A.C., a Tartessos, cultura que se desarrollaba en el sur de la península ibérica, para fundar una colonia que explotara las materias primas, sobre todo la plata. 
Fundaron el enclave de Gadir, la actual Cádiz, y allí se construyó un templo dedicado a Melkart que, como el templo original en Tiro, tenía dos enormes columnas flanqueando la entrada. 


Los fenicios asociaron los dos grandes peñones que dan entrada al Mediterráneo (Kalpe y Abila) con las columnas de Melkart y de ahí pudo provenir el nombre. 

Los griegos asimilaron a su dios Heracles con Melkart y las llamaron las "Columnas de Heracles". Para ellos esas columnas marcaban el fin del mundo, más allá no había nada excepto el mar Océano. 

Los romanos le dieron el mismo nombre del dios Heracles pero en latín, para ellos fueron las "Columnas de Hércules". 


Existen muchas leyendas sobre las columnas de Hércules que han quedado registradas por autores de la antigüendad:

"...fue el mismo Hércules quien separó los dos montes unidos (Abila y Calpe) como una cordillera continua y que así fue como al Océano, contenido antes por la mole de los montes, se le dio entrada a los lugares que ahora inunda: desde aquí el mar se difunde ya más extensamente y avanzando con gran fuerza recorta las tierras que retroceden y quedan bastante más alejadas". 

Pomponio Mela. Corografía, I5, 27. 


Aristóteles afirma que las columnas que ahora se llaman de Hércules, antes de que se llamaran así se denominaban de Briareo, un gigante anterior en la mitología grieba. Pero después de que Heracles purificase la tierra y el mar y se convirtiese claramente en un benefactor de los hombres, éstos le honraron abandonando la mención de Briareo y sustituyéndola por Columnas de Heracles. 


Según la "Geografía" de Estrabón se trataba de unos pilares de bronce que formaron parte de un templo gaditano consagrado a Heracles. Era un lugar de peregrinaje donde se hacían sacrificios en agradecimiento por una navegación llevada a feliz término. 


Según el autor árabe Masoudi del siglo X D.C., unos faros de cobre y piedra habían sido construidos por Hércules en el estrecho de Gibraltar. Tenían unas inscripciones y unas estatuas que señalaban con sus manos que era imposible adentrarse más allá. 


En Libia, Allende las Columnas de Heracles, hay cierto lugar que se encuentra habitado; cuando arriban a este paraje, descargan sus mercancías, las dejan alineadas a lo largo de la playa y acto seguido se embarcan en sus naves y hacen señales de humo. Entonces los indígenas, al ver el humo, acuden a la orilla del mar y, sin pérdida de tiempo, dejan oro como pago de las mercancías y se alejan bastante de las mismas. Por su parte, los cartagineses desembarcan y examinan el oro y, si les parece un justo precio por las mercancías, lo cogen y se van; en cambio si no lo estiman justo, vuelven a embarcarse en sus naves y permanecen a la expectativa. Entonces los nativos, por lo general, se acercan y siguen añadiendo oro, hasta que los dejan satisfechos. Y ni unos ni otros faltan a la justicia; pues ni los cartagineses tocan el oro hasta que, a su juicio, haya igualado el valor de las mercancías, ni los indígenas tocan las mercancías antes de que los mercaderes hayan cogido el oro”.

Herodoto de Halicarnaso (484-426 A.C.), historiador griego, cita textualmente la forma en que los cartagineses comerciaban con cierto lugar de Libia. 


En los diálogos de Critias y de Timeo, Platón habla de la Atlántida y hace referencia a las columnas de Hércules. Siempre se ha entendido que Platón geográficamente ubicaba a la Atlántida en el océano Atlántico, en los acantilados al oeste de las columnas  de Heracles, a las afueras del estrecho de Gibraltar.


Las últimas teorías, basándose en estos textos, aseveran que no es cierta la ubicación de las columnas de Hércules en el estrecho de Gibraltar. 
Por las Columnas de Hércules conocían los antiguos a los promontorios rocosos situados al noreste de la pequeña isla de Anticítera, que marcan la distancia media entre Creta y el Peloponeso.


Es muy posible que en el islote principal de la isla, llamado Pori, se erigiera el primer santuario dedicado a Hércules, culto introducido por los fenicios en honor de su dios Melkart. 
En dicho templo, como en todos los templos fenicios dedicados a Melkart, habría dos columnas destacando claramente sobre el resto del templo. 

Según esta teoría, en los diálogos de Platón, la Atlántida se situaría en el mar Egeo, al otro lado de esos promontorios, que serían las columnas de Heracles. Es posible que Platón tuviese acceso a papiros egipcios y para ellos la Atlántida estaría al otro lado de esas columnas.

También puede ser lógico que los marinos de entonces, acostumbrados a navegar ayudados por la vista, denominaran los accidentes destacados de la costa con nombres mitológicos conocidos.  



11 comentarios:

  1. La teoría que sitúa las Columnas de Hércules entre Creta y el Peloponeso y la Atlántida en el mar Egeo, está sacado del libro titulado "De Gibraltar a la Atlántida" (creo que debería decirse aquí).
    Un resumen de dicha teoría, y el libro entero si lo deseas, puedes obtenerlo en: www.atlantidaegeo.com

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  2. Giovanna Lozano H.11 de junio de 2013, 10:10

    Muy buenas historias sobre las Columnas de Hércules, es la primera vez que escucho de ellas. Me gusto mucho.

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    1. seguro en el 2013 eras muy joven. Esto es básico en historia de colegio

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    1. eres un pirobo y una put@ barato, muerete por feo

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    2. gilipollas, que seguro que te cagas los pantalones, cómeme el ano con cáncer que tengo, nazi.

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  4. Se dice que las columnas de Hércules que aparecen en el escudo de España son el origen del símbolo del dólar con sus dos líneas verticales.

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    1. Díceseen la Marca de Atenea. Rick Riordan incluye ese dato cuando el ArgoII llega a Gibraltar

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