Rusia, un país de contrastes

Decir que la Federación Rusa es un país de contrastes es ciertamente una obviedad. Cómo no va a serlo si es el país más extenso del mundo, tiene una población de más de 140 millones de personas, cuenta con decenas de etnias, más de 100 lenguas, 11 husos horarios, ha pasado del comunismo al más salvaje capitalismo en pocos años, etc.
Pero aunque todos estos aspectos predisponen a las más variadas y sorprendentes situaciones, se pueden ver unas imágenes que casi desafían la relación espacio-tiempo. Me refiero al hecho de ver hacer algo en común a un cosmonauta a bordo de la Estación Espacial Internacional, máximo exponente del desarrollo tecnológico humano en los albores del siglo XXI, y a indígenas nenets, quienes viven como sus antepasados en el Círculo Polar Ártico. Quizás estas dos imágenes ilustren mejor este contraste:


 



La ocasión que hizo partícipes al cosmonauta y a los indígenas fueron las últimas elecciones presidenciales rusas. Mientras que desde la EES el ingeniero de vuelo Yuri Malenchenko efectuó su voto mediante un canal cerrado de radio con la Ciudad de las Estrellas (centro de comandamiento espacial ruso), los nenets vieron como helicópteros fletados por la comisión electoral llegaron hasta su incomunicada latitud para que pudiesen votar.


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