¿Cómo se elabora el café soluble?

El célebre novelista francés, Honorato de Balzac, tomaba café negro y frío y bien cargado para mantenerse despierto toda la noche mientras escribía. Se cuenta que a lo largo de su vida ingirió unas 50.000 tazas de café, que el filósofo francés Voltaire bebía unas 72 tazas diarias y que Beethoven usaba 60 granos de café en cada taza.
Hoy día los cafeinómanos usan la variedad soluble, que es lo que queda después de deshidratar los granos molidos de café.
A finales del siglo XIX se intentó elaborar café soluble medieante diversos métodos pero siempre con pésimos resultados, pues el producto tenía siempre mal sabor. Pero las cosas cambiaron en 1906, cuando el ingeniero inglés, George Washington visitó una región montañesa de Guatemala y observó un sediemtno pardusco en una olla en que se había hervido café. Como el sabor del sedimento le pareció agradable, dedujo que se debía a que la presión atmosférica era menor allí, y que como el punto de ebullición del agua también era inferior a esa altura, el líquido se evaporaba sin quemar demasiado el café disuelto.
Tres años después inauguró una compañía refinadora del café en Brollklyn, Nueva York. El éxito que tuvo su producto se acentuó durante la Primera Guerra Mundial, cuando el ejército de Estados Unidos lo incluyó en las raciones de la infantería.
La elaboración del café soluble es un proceso en gran escala. Ya tostado, mezclado y molido, el café se percuela en tandas de hasta 900 Kg, proceso que consiste en filtrar el grano molido en agua caliente y evaporar parcialmente esta  hasta dejar un líquido sumamente concentrado.
Para producir el café soluble en polvo, se hace pasar dicho líquido por una enorme tanque cilíndrico cuya pared interior le arroja aire caliente hasta evaporar el agua restante; el café queda listo entonces para ser envasado en frascos o paquetes sellados.
El café soluble de tipo granular, en cambio, se elabora por deshidratación y congelación. Primero se congela el líquido precolado y luego se tritura en gránulos, que mas tarde se deshidratan a fuego bajo dentro de una cámara de vació. Como el agua hierve a baja temperatura en el vació, la humedad restante se puede evaporar sin someter al café a un calor intenso, que estropearía el sabor.

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