Hacía tiempo que buscaba una imagen de la nueva Gran Muralla Verde de China en pleno crecimiento. En la imagen un fotógrafo mira hacia el desierto de Gobi en la provincia de Taipusi al norte de China, y en la frontera con Mongolia, donde crece un extendido bosque o muro verde plantado por el gobierno. El proyecto de la nueva Gran Muralla Verde es una respuesta ante el avanzado proceso de desertificación como consecuencia del crecimiento del desierto de Gobi. El desierto avanza causando estragos en la agricultura y amenazando la región con cada vez más frecuentes tormentas de arena, que llegan incluso a la ciudad de Beijing, a sólo 200 kilómetros al sur. De hecho, la dimensión de las tormentas es tal, que en 2001 un equipo de científicos de EE.UU. determinó que la arena del desierto de Gobi durante las tormentas podría viajar a través del Pacífico y llegar a California.
La causa del crecimiento del desierto se debe a una combinación de factores, entre ellos el aumento de la población y su correpondiente mayor actividad económica: el exceso de pastoreo y de una prolongada sequía han contribuido a la expansión de la superficie del desierto de Gobi a una velocidad de 3 kilómetros al año.
La nueva Gran Muralla.
El proyecto de la Muralla Verde de China es descomunal, y se prevé completarlo hacia el año 2074, cuando alcanzaría un largo de 2800 kilómetros. El proyecto, a pesar de los esfuerzos, está igualmente plagado de trabas: la corrupción y la consecuente falta de fondos, han detenido el plan más de una vez. A pesar de todo, el primer tramo está construido en la provincia de Taipusi, y es en esencia un "muro vivo" compuesto de árboles, arbustos y hierba que aseguran ha frenado el proceso de desertificación. Por supuesto que no faltan los escépticos: sostienen que el muro no hace nada para abordar la raíz del problema, el desarrollo no sostenible y la superpoblación.
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