Tavolara es una pequeña isla situada en la costa noreste de Cerdeña, de seis kilómetros de largo y apenas uno de ancho. Es un macizo de piedra caliza cuyo punto más alto es el Monte Cannone, de 565 metros, y que tiene escarpados acantilados en su contorno, a excepción de sus extremos. En 1807, cuando llegó Giuseppe Celestino Bertoleoni Poli, Tavolara estaba despoblada. Giuseppe era un joven de 29 años, natural de la cercana isla de Maddalena. Aunque llegó sólo, con el tiempo construyó una casa e hizo venir a la isla a una de sus dos mujeres y los hijos que tenía con esta. Giuseppe y su familia llevaban una vida de lo más normal, hasta que en 1836 el rey Carlos Alberto de Cerdeña decidió visitar la isla con el fin de participar en una batida de caza. Carlos Alberto acudió a Tavolara por la fama de sus cabras salvajes, que se decía que tenían los dientes de… oro. En realidad, a causa de las algas y los líquenes que comían, los tenían amarillos.
A la llegada del rey de Cerdeña, Paolo, el hijo de Giuseppe, se presentó como el rey de Tavolara. No queda claro si este se lo tomó en serio o a broma, pero Carlos Alberto quedó impresionado con los modales de aquel pastor que decía ser todo un rey. Después de pasar tres días y tres noches hospedado en su casa, a su partida, el rey Carlos Alberto dijo a Paolo que ni él ni su familia debían preocuparse por su derecho a permanecer en la isla y proclamó a su padre, Giuseppe, rey de la isla, concediendo el título de “Príncipe” para su hijo mayor, y los títulos de “Signor delle Isole” y “Signora del Mare” para los hijos menores.
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