Los acantilados blancos de Dover

Desde la costa de Francia, en el estrecho de Dover, se puede observar una gigantesca muralla blanca sobre la costa enfrentada de Inglaterra. Son los Acantilados Blancos de Dover (White Cliffs of Dover), una curiosa formación geológica compuesta de tiza que alcanza hasta 106 metros de altura:

 

 

Entre las ciudades de Seaford y Eastbourne, la costa Sussex al sur de Inglaterra, los Acantilados blancos de Dover conforman un paisaje de costa con abruptas caídas totalmente blancas, en una zona que se conserva casi intacta y ajena a la intervención del hombre. Están situados sobre el estrecho de Dover, dentro de un parque natural (Seven Sisters Country Park), unas 280 hectáreas de litoral marítimo casi virgen con pintorescas ondulaciones verdes que se interrumpen abruptamente con las caídas al mar.

 

 

Los acantilados alcanzan hasta 106 metros de altura, y tienen un particular color blanco debido a la composición de tiza (carbonato de calcio), que queda al descubierto debido al efecto de la constante erosión del mar. Recomiendan por supuesto, no acercarse a menos de cinco metros del borde del acantilado, debido a la fragilidad de la formación, un detalle no menor para quienes quieran disfrutar de la naturaleza sin exponerse a riesgos innecesarios.

Los acantilados blancos de Dover son una verdadera muralla natural con un valor especial para el Reino Unido, en una zona donde históricamente el territorio se acercaba peligrosamente al continente, siendo las invasiones una amenaza constante. La región es hoy un destino popular para realizar actividades recreativas al aire libre. Caminatas, observación de fauna, ciclismo, y hasta canotaje en el marco espectacular de los acantilados, son un atractivo para miles de visitantes al año.

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