Tiene una base redonda y un vientre abultado que se estrecha en la parte superior donde se encuentra el asidero por el que se agarra el botijo. A un lado del asa se encuentra la boca por la que se procede al llenado mientras que en el lado opuesto se halla el pitorro o pitón por el que se desliza el chorro de agua al beber de él.
Etimologicamente parece que el término procede del latín, del término "buttis" del que más tarde se utilizaría su diminutivo "butticula". La RAE así lo recoge.
Según la comarca o el pueblo, al botijo se le dan diferentes nombres, el mas extendido es "búcaro" que según la RAE proviene del mozáraba y éste del latín.
El sistema de enfriamiento del botijo se basa en la refrigeración por evaporación.
El botijo está hecho de materiales porosos como la arcilla y el agua del interior se filtra por esos poros que en contacto con el ambiente y el aire seco exterior característicos del clima mediterráneo se evapora por los minúsculos agujeros de los poros de la arcilla.
Para realizar este proceso de evaporación el agua necesita energía en forma de calor, que puede o tomarlo del ambiente exterior o del líquido que queda dentro y de esta manera baja su temperatura.
El efecto de refresco por evaporación se puede también comprobar en otros situaciones como cuando se riegan las calles en verano, cuando nos ponemos un paño mojado en la frente cuando tenemos fiebre o cuando sudamos y al evaporarse el sudor enfriamos el cuerpo. El agua es un refrigerante muy efectivo.
En condiciones favorables se puede lograr una disminucion de temperatura de entre 10 y 15 grados centígrados.
El efecto botijo también se aplica a las cantimploras metálicas, las cuales, forradas con una tela de fieltro tienen la misma base, se moja la tela para que al evaporarse el agua que queda en ella se refresque el agua del interior.
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