En las llanuras de Groenlandia, bajo la espesa e interminable capa de hielo, el pueblo Inuit conoce desde hace siglos la presencia de una criatura gigante y sigilosa, un ser que se desliza bajo las sombras polares.
Los ojos del Skalugsuak brillan en la oscuridad, en su estómago se han encontrado restos de caribús, morsas y hasta de osos polares. Su tamaño alcanza los siete metros de longitud y a menudo sobrepasa la tonelada. Aún hoy día, los científicos no se explican cómo puede sobrevivir un tiburón de semejante tamaño a temperaturas tan extremas.
El Skalugsuak, o tiburón boreal, es capaz de ocultarse a profundidades de hasta 2.000 metros, se alimenta de focas y de los pocos peces que viven bajo el hielo. Los científicos saben muy poco sobre ellos; son escasas las ocasiones en que ha sido filmados o fotografiados, y algunos de sus comportamientos siguen siendo un misterio.
Nadie sabe a ciencia cierta cuánto tiempo vive un Skalugsuak, aunque algunos expertos creen que puede alcanzar los 200 años, lo que le convertiría en una especie de leviatán centenario y sabio.
Los inuits, que han probado su carne, saben muy bien que es venenosa. Hay que hervirla repetidas veces si se quiere ingerir y aún así resulta incomible. En épocas de escasez, abren un agujero en el hielo y pescan uno de estos gigantescos ejemplares, pero solo para alimentar a sus perros.
Hace unos días (el artículo es del Junio del 2006) el arrastrero gallego "Coral", cuando faenaba frente a la Costa da Morte, atrapó entre sus redes un curioso escualo de 3,30 metros y 300 kilos de peso. Solo después de ser analizado, los científicos determinaron que se trataba de tiburón boreal, un ejemplar perdido a miles de kilómetros de su hogar. Las palabras del patrón del “Coral”, Manuel Alves Tomé, lo dicen todo: "es el animal más raro que he visto en los 25 años que llevo faenando".
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