La romántica capital de Estonia se ubica sobre el extremo noreste de Europa, a orillas del mar Báltico y alberga un romántico paisaje de rara belleza, teniendo en cuenta su tumultuoso pasado.
La historia de Tallín se caracterizó en los últimos años por un régimen comunista bajo el dominio soviético siendo este protagonista durante cinco décadas, hasta la llegada de su independencia, en el año 1991. Tras este histórico momento, el país y en especial su capital, lograron concebir una recuperación rápida y certera bajo el sistema de capitalismo de occidente.
Una de sus joyas más preciadas es el casco antiguo, el cual se caracteriza por su magníficos legados arquitectónicos de estilos medieval y barroco, encabezado por grandes castillos, majestuosas iglesias e innumerables calles adoquinadas que se pierden entre los callejones, muriendo en grandes plazas coronadas por importantes monumentos históricos.
Es por eso que se llama a Tallín como la Nueva Praga, o la Pequeña Praga, dado a su naturaleza arquitectónica y su reducido tamaño, el cual permite ser visitada muy fácilmente en poco tiempo. Más allá de ello, la ciudad no deja de ser un lugar para ser vivido y disfrutado a pleno.
El Casco Antiguo se caracteriza por sus fachadas históricas, que a pesar de haber sido la gran mayoría remodeladas, presentan un paisaje que lo transportará a siglos atrás mostrando las imágenes del Medioevo a través de sus construcciones. Allí podrá encontrar una gran variedad de cafeterías, restaurantes y hoteles que respetan su pasado mirando al futuro, adaptándose a la demanda de los turistas.
En cuanto a sus edificios más significativos, podrá notar la impresionante catedral ortodoxa llamada Alexander Nevski, dedicada a un héroe de la patria rusa que llevaba su nombre.
La misma fue inaugurada en el año 1900 siendo enviada a construir por el zar Alejandro III. Sus significativas cúpulas negras reposan sobre la construcción que ha dado numerosos problemas a los ingenieros estructurales durante todos los tiempos, dado que la misma se ha encontrado bajo constantes remodelaciones. Los habitantes del lugar, aseguran que estos problemas se presentan debido a que la iglesia dedicada a un héroe ruso se ha construido sobre la tumba de un héroe estonio, generando una gran leyenda en torno a este templo.
Por otro lado, se encuentra el famoso Ayuntamiento, conocido como Raekoda, ubicado sobre la plaza que lleva su nombre. Es inevitable no reconocer esta gran muestra de la arquitectura de los siglos XIV y XVI que corona el paisaje. El mismo puede ser visitado, aunque muchas veces se encuentra cerrado al público debido a las numerosas reuniones que se celebran dentro de la edificación. De todos modos, si tiene suerte, puede frenar en la cafetería que se encuentra allí, o disfrutar de la supuesta farmacia más antigua de Europa.
Finalmente en cuanto a materia de museos se trata, Tallín cuenta con dos museos de gran importancia. Uno de ellos es el Museo Municipal de Tallín, el cual cuenta con una gran colección de fotografías y documentaciones que muestran la historia de la ciudad a lo largo de los años, especialmente los períodos de la ocupación alemana y soviética. También podrá disfrutar de numerosas exposiciones artísticas tanto domésticas como internacionales de carácter temporal. La edificación que alberga este museo cuenta con un estilo histórico del siglo XIV, siendo un verdadero punto turístico en la zona.
Por otro lado, el Museo de la Ocupación muestra la dura historia que azotó a la región con la prolongada ocupación nazi y soviética, mostrando mediante nutridas documentaciones el pasado oscuro de la ciudad. Allí podrá ver fotografías, videos, uniformes y cartas de la época que recuerdan la historia que muchos prefieren olvidar.
De más estará decir que es inevitable caminar por las angostas callejuelas de Tallín lo transportarán al pasado de la capital de Estonia, que orgullosa hoy en día festeja su incorporación a la Unión Europea, desde el año 2004.
¡Un trabajo estupendo y bien detallado acerca de una de las desconocidas capitales Europeas! Creo que debería promocionarse mucho más Tallinn siendo un reducto medieval a considerar como muchos otros que ya se conocen.
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